Las calumnias e injurias se acabarán cuando el cuarto poder inevitablemente se desprenda de sus intereses económicos y políticos con quiénes más apego o amiguismo ha conseguido conquistar estos últimos años.
No se puede ignorar tanto blindaje mediático para cubrirle las espaldas a un presidente que hoy goza de su "tiempo libre" y supo callar durante 78 días como si nada sucediera. Temo preguntar muchas veces, pero es imposible callar en estos momentos tan dolorosos que atravesamos como argentinos. Tampoco logro entender aún a quiénes pretenden entremezclar a la grieta que separa y divide un bando de otro, como si fuera una batalla, como si estuviéramos peleando una guerra, cuando lo que se pone tela de juicio en este caso son las responsabilidades estatales. Lo más triste es el pescado podrido de siempre que envenena y distorsiona la verdad, pero que muchos ciudadanos hoy compran contentos y orgullosos. Si, hablo de los medios de comunicación y no me tiembla el pulso cuando escribo.
Si pudiéramos abstraernos un poquito de lo que escuchamos o leemos y simplemente reflexionaramos profundamente lo que sucede día a día, podríamos construir una conciencia social sin repetir lo que los medios nos quieren instalar. No pretendo ni quiero hacerle creer nada a nadie. Simplemente me basta con que dejen de lado el odio y podamos pedir verdad y justicia una vez más, aunque penosamente no deberíamos estar pidiendola nunca más, pero hay cuestiones que jamás cambian en este país. Es desgarrador y lamentable que tengamos que salir nuevamente a pedir justicia y exigirle al Estado que deje de violentarnos y matarnos. ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver! Pero por suerte muchos podemos firmemente luchar y seguir de pie para defender los ideales de los caídos. No nos han vencido y no podrán vencernos! Firmemente y con convicciones, no dudo hoy en reclamar y denunciar, porque podrán ocultar y desfigurar la verdad, pero no dejaremos de preguntar ¿Qué pasó con Santiago Maldonado? Una vez más.
